de piel gris a mi medida,
bien tejido,
con el que mi espíritu presume
de su sería sombra.
No es agradable ver la aguja del lamento
zurcir el desgarro que cruza mi carne,
con punzadas de tristeza
sin saber ser
la tapia o el muro que pare
el grito que promete el acero
acogiendo su eco sin voz,
en el atril de mi delirio.
El recuerdo no tiene todavía brillo
viene y me desgasta
como ese cristal opaco
bajo el sol de las horas
que deslumbran sin cesar
esperando la mancha exacta
que la lengua busca
en el eco de una voz
que repta hacia mí.
Trato de asirlo solo
con el reverso de la mano,
y siento la cicatriz
abrirse en el alma
para sangrar toda la burla
ante la certera realidad.
Es una forma fiel,
pidiéndome oscuridad,
tratando de habitar
los espesos grises
que se anudan clandestinos en mí pensar.
Pero estoy aquí,
deslumbrando como esa estrella
en el firmamento de la dulzura,
pequeña, brillando demasiado
entre la soledad,
cuál zumbido pétreo
de una lámpara que no se apaga,
cuál abeja clavada
al mapa de mi pecho.
Me tengo a mi mismo,
me recuerdo en el espejo
de la melancolía que me viste
sabiendo que la ternura
es ese horizonte prioritario
que sin demora
aún cabe en mí.
Gua, hoy tu poema va acompañado de un temazo , que le viene como anillo al dedo. Son notas de melancolía , recubiertas de verdades .
ResponderEliminarUn abrazo, y a seguir componiendo bellos y sentidos poemas.