En mi profundidad.
La distancia separa,
cuando no se ve
la profundidad del espíritu,
suspendido sueña mi yo introspectivo
en la tranquilidad de un mar aletargado
por donde vacilan mis pies descalzos,
ando sobre la delicada urgencia
de una noche mutilada
bajo el silencio
de una lira expectante
que no encuentra notas
que alcancen su paraíso,
el sacrificio de un hombre esclavo
con los pies mojados,
sobre pedernales de llanto honesto
dejan la memoria iluminada
de incoherencias breves,
metamorfosis de asfixia,
donde las cadenas pesan
cuando arrastran la pureza del pensamiento,
nadie busca más allá de mi sentir,
nadie cruza mi horizonte
para extraer la luz
y arropar mi miedo,
quizás, se turbe mi equilibrio
se cierren los ángulos de mi búsqueda
y deje invisible mi ser,
lo diluyan en una transparencia confundida
que cimbre parábolas imaginadas
que jamás surcaron mi mar.
Me dejo anclar
en la sinceridad del alma,
me tenso en la dulzura del amor
y bajo una bóveda de esperanza
preño latidos de dulzura
con las manos extendidas
y una ofrenda donde estibar
campos de belleza
donde los sueños
se puedan sembrar.
Imagen que me acompaña:
A veces sucede que el asombro se planta en frente de una lectura que te habla claramente de otro sentir y que sin embargo pareciera haber transitado el mismo sendero.Estar en soledad puede ser un estado puro,que sirve para entrar en las capas profundas del ser,reconocerse en ellas,aun en una inesperada oscuridad.Lo bello es luego cuando se abre al universo con toda la belleza que dice tu poema,emociona intuir sentimientos entre tus versos.Gracias por compartir este precioso texto.Te dejo un abrazo inmenso!
ResponderEliminarTus palabras ha sido brisa cálida de un atardecer de emociones inesperada, dulces y llena de sentido.
EliminarQué maravilla saber que, en este vasto tapiz de existencias solitarias, nuestros hilos invisibles han logrado entrelazarse en un mismo gesto de asombro y reconocimiento.
Tu lectura ha tocado no solo la epidermis de mis versos, sino esas capas hondas donde uno no siempre se atreve a mirar, y menos aún espera ser visto.
Y sin embargo, aquí estás tú, con tu mirada limpia, recordándome que toda oscuridad, si se atraviesa con honestidad, es preludio de una luz más sabia.
Te agradezco inmensamente tu abrazo que lo recibo como quien se ilumina de un claro de sol.
¡Qué bendición encontrarse con almas que leen no solo lo escrito, sino lo insinuado entre los silencios!
en este mundo de prisas insaciables.
Te dejo, también, un abrazo de esos que saben reírse un poco de sí mismos...porque si vamos a perdernos en las honduras del ser, al menos llevemos buen humor en el equipaje.
Siempre un placer (y permíteme) "Tu" visita.