Calentura.

Fue un instante sin predicado al sur del bulevar de los instintos, nos cruzamos en el último peldaño de la torpe gravedad y como dos sumisos veleros nos dejamos empujar por el aire del incierto azar. Tú querías la prioridad de todos los instantes, hacerte con el monopolio de los deseos y subastarlos en los mercados de mi tiempo, con el ímpetu de las flores perfumado los estamentos dibujabas efectos reales en aquel nuestro firmamento, yo Poseidón de los mares contenía los excesos imperfectos distrayendo los impulsos de nuestras sangres y en los orígenes del cuento masticaba cada momento. Tú perfilabas los contornos entre diluvios de ansiedad tratando de alcanzar los tributos de la mismísima deidad, yo comulgaba los elixires en las pozas de tu paraíso carnal con la gloria postrada en la placidez terrenal. Fuimos creyendo en lo verdadero, en los epígrafes de nuestro sendero, como dos aves nómadas en su vuelo alcanzamos los hitos de...